Rumbo al Centenario del Nacimiento al Cielo de San José Allamano, sus hijos e hijas lo escuchan una vez más, para encontrar el camino de la santidad. Hoy la reflexión es sobre Santidad en la vida cotidiana.
Acabamos de celebrar el primer aniversario de la canonización de San José Allamano el 20 de octubre. Lo vivimos como un momento de celebración, pero también como un tiempo de gracia que nos alcanza a todos los que dejamos que su vida y espiritualidad inspiren nuestras vidas, nuestras elecciones, nuestras acciones, nuestras relaciones.
De hecho, la santidad vivida y propuesta por San José Allamano, maestro de vida espiritual, es expresión no solo de una persona que conoce lo más profundo del corazón humano, acostumbrado como estaba a escuchar lo que se mueve dentro de sí mismo y en los demás, sino sobre todo de alguien que conoce los caminos de Dios, comprometido desde joven a seguirlo con fidelidad y amor. poniéndolo en el centro de su vida con el firme propósito de cumplir su voluntad.
Extraordinario en lo ordinario
José Allamano tiene un profundo amor a Dios y a la persona, cercana y lejana, a los que tienen ante él como guías espirituales, formadores, confesores, hijos e hijas a los que transmitir un carisma y a los que están lejos de él, geográficamente y de otro modo, a los que viven en las fronteras donde aún no se ha anunciado el amor de Dios. Su mirada va mucho más allá del mundo que conoce.
Experto conocedor de los caminos de Dios, sabe reconocerlo y encontrarlo en la vida cotidiana, en el momento presente y no sólo en los grandes y extraordinarios acontecimientos que suceden esporádicamente. La santidad que propone José Allamano se compone de pequeños gestos, en la concreción de cada día, en ser “extraordinario en lo ordinario“.
La llamada a la santidad es una llamada hecha a todos y posible para todos. La vida cotidiana no es una repetición de acciones o formas de hacer las cosas, un día similar a otro, quizás vivido con cierto aburrimiento y falta de interés.
La vida cotidiana es el momento y el lugar privilegiados, el aquí y ahora, donde la gracia de Dios nos alcanza, donde encontramos a Dios que nos busca continuamente y nos invita a una comunión de amor, y esto hace que nuestros días estén llenos de oportunidades para amar a Dios y a nuestros hermanos y hermanas, cercanos y lejanos, sin excepción.
Este es el camino de santidad que propone Allamano:
“No se tiene a menudo la oportunidad de hacer cosas extraordinarias, sino que las ordinarias suceden todos los días y durante todo el día… No cosas extraordinarias, sino extraordinarias en lo ordinario”.
Como bien expresa el Papa Francisco en la Exhortación Apostólica Gaudete et Exsultate:
“Se trata solo de encontrar una forma más perfecta de vivir lo que ya hacemos: ‘Hay inspiraciones que tienden solo a una perfección extraordinaria de los ejercicios ordinarios de la vida cristiana’. Cuando el cardenal Francis Xavier Nguyên Van Thuân estaba en prisión, dejó de consumirse mientras esperaba su liberación. Su elección fue: “Vivo el momento presente, llenándolo de amor”; Y la forma en que esto se hizo fue: “Aprovecho las oportunidades que se presentan todos los días, para realizar acciones ordinarias de una manera extraordinaria“.
“Bueno, haré todo”
José Allamano vive la vida cotidiana como una oportunidad para hacer bien el bien:
“Imitemos a Nuestro Señor. Cumplir con el deber con un buen fin, y luego puedes decir que lo haces todo bien. Bene omnia facio, haré todo bien. El secreto para llegar a ser santos no es hacer grandes cosas, milagros, etc., sino hacer las cosas bien”.
“El bien hecho sin ruido” es típico de su forma de ser y hacer, como lo fue para su tío San José Cafasso, y lo repite insistentemente a sus hijos e hijas. Hacer el bien siempre y sin ruidos, motivados por el amor de Dios y no por búsquedas personales, evitando el riesgo de ponernos egoístamente en el centro de la atención, pero haciendo todo y solo para el Señor.
“Tengo la idea de Cafasso, que el bien debe hacerse bien y no ruidosamente. Hacer el bien con prontitud, exactamente, con buena voluntad. No basta con rezar el rosario, hay que decirlo bien. Si estudiamos, estudiamos bien. Si trabajamos, trabajamos bien y también lo hacen todas las acciones del día”.
Empiezo
Allamano, sin embargo, era muy consciente de las luchas que libramos diariamente dentro de nosotros mismos por nuestra propia fragilidad.
Sabe que puede haber y hay caídas y regresiones que tienden a desanimarnos en el camino del bien y por eso la insistencia en volver a empezar siempre, continuamente, “nunc coepi“, saber levantarse.
“Si pensamos: en un mes, ¡cuántas gracias! Nunc coepi [ahora empiezo] debemos decir si vemos que hemos correspondido injustamente. Santa Teresa debe su santificación al dicho continuo: Yo empiezo…”. “Cuarenta o cincuenta veces al día; pidió perdón al Señor y exclamó: “¡La hierba de mi jardín no está bien cultivada!”
Sembrar bien
Las situaciones de gran sufrimiento y convulsión que vive hoy el mundo, la urgencia de la paz que surge de lo más profundo del corazón de poblaciones enteras a riesgo de sus vidas, son invitaciones y llamadas urgentes a poner en circulación el bien.
Ser personas que se dejan alcanzar por la gracia, en un camino de crecimiento y transformación y transmitir pequeños gestos concretos y cotidianos de bondad, benevolencia, reconciliación, paz. Vivir el Evangelio de manera radical es posible para todos según la intuición y la vida de José Allamano.
Para la reflexión personal
- ¿Qué significa para mí que la santidad de José Allamano haya sido reconocida por la Iglesia? ¿Cómo inspira su vida mi vida y mi misión?
- ¿Con qué intensidad vivo mi vida diaria? ¿Lo reconozco como el tiempo que el Señor me da para vivir plenamente?
- ¿Qué contribución hago al mundo de hoy? ¿Son mis elecciones diarias una búsqueda para hacer el bien, bien hecho y con amor?






